
REFLEXIÓN PASTORAL DE LA SEMANA
El Camino Del Discípulo En Tres Pasos
“Jesús llamó a los que Él quiso, y los eligió para que estuvieran con Él.”
Marcos 3:14
A veces en nuestra vida cristiana nos sentimos perdidos, cansados o incluso desconectados… y en medio de todo eso, Jesús nos vuelve a llamar por nuestro nombre. La Palabra de hoy nos recuerda que el discipulado no es complicado; es un camino bello y profundo que Él mismo marca: estar con Jesús, ser como Jesús y hacer lo que Jesús hizo. Y este camino empieza siempre en su amor: “Jesús llamó a los que Él quiso, y los eligió para que estuvieran con Él” (Mc 3,14). Antes de pedirnos algo, Él nos invita a permanecer a su lado. Jesús nos dice: “Permanezcan en mí, como yo en ustedes” (Jn 15,4). Como María, que simplemente se sentó a sus pies (Lc 10,39), estar con Jesús es darle espacio en nuestro día, dejar que su voz calme nuestra ansiedad y traerle nuestras dudas, miedos y esperanzas. El discipulado se vive desde la amistad; no somos siervos sin voz, sino amigos llamados a caminar cerca de Él.
Y cuando caminamos con Jesús, poco a poco comenzamos a ser como Él. Pablo dice que “Dios nos destinó a ser conformes a la imagen de su Hijo” (Rom 8,29). No se trata solo de creer, sino de permitir que su Espíritu transforme nuestro interior. Juan lo expresa claramente: “El que dice que permanece en Él, debe vivir como Él vivió” (1 Jn 2,6). Y Pablo nos invita: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp 2,5). Ser como Jesús es dejar que su mansedumbre toque nuestro carácter, que su compasión moldee nuestras decisiones y que su mirada renueve la nuestra.
Y entonces, naturalmente, llegamos al tercer paso: hacer lo que Jesús hizo. Él mismo nos lo promete: “El que cree en mí hará también las obras que yo hago” (Jn 14,12). Jesús envió a sus discípulos diciendo: “Vayan y anuncien… Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios” (Mt 10,7-8). Él nos llama a llevar vida donde hay muerte, luz donde hay oscuridad y esperanza donde hay quebranto. Y Juan nos recuerda que este amor no puede quedarse en palabras: “Debemos dar la vida por los hermanos… no amemos solo de palabra, sino con obras” (1 Jn 3,16-18). Hacer lo que Jesús hizo es amar de forma concreta, real, cotidiana.
Hoy, pide al Espíritu Santo que despierte en ti el deseo de estar con Jesús, la gracia de ser como Él, y la valentía de hacer lo que Él hizo. Si anhelas crecer en tu caminar de fe, te invitamos a unirte con nosotros este domingo y caminar juntos como discípulos. Y si necesitas oración, envíanos tu petición; queremos acompañarte y creer contigo en lo que Dios puede hacer.


